︎El vaso de después
Almudena G., 53 años
Hay muchísimas cosas que se complican de repente. Abrir una botella, por ejemplo. Mi hija me decía al principio, yo no me acuerdo muy bien, pero me decía que me daba miedo morirme de sed porque no podía abrir una botella. Que estaba obsesionada con eso. Claro, es que imagínate no poder abrir una botella. Y me dirás, pues abre el grifo. Ya, para ti es fácil, y para mí también lo era, pero es que el grifo tampoco lo podía abrir. Imagínate tener sed, que se tiene sed siempre, y que dependas de otra persona para beber. Hicieron falta muchas sesiones, no sé ni cuántas, no me acuerdo, para que recuperase casi toda la motricidad que había perdido. Menos mal que la cabeza no la perdí, pero vamos, que es para perderla, eso te lo digo yo.
Almudena G., 53 años
Hay muchísimas cosas que se complican de repente. Abrir una botella, por ejemplo. Mi hija me decía al principio, yo no me acuerdo muy bien, pero me decía que me daba miedo morirme de sed porque no podía abrir una botella. Que estaba obsesionada con eso. Claro, es que imagínate no poder abrir una botella. Y me dirás, pues abre el grifo. Ya, para ti es fácil, y para mí también lo era, pero es que el grifo tampoco lo podía abrir. Imagínate tener sed, que se tiene sed siempre, y que dependas de otra persona para beber. Hicieron falta muchas sesiones, no sé ni cuántas, no me acuerdo, para que recuperase casi toda la motricidad que había perdido. Menos mal que la cabeza no la perdí, pero vamos, que es para perderla, eso te lo digo yo.
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